
El idilio del hombre más rico del mundo, Elon Musk, con la figura de Javier Milei tuvo ayer un nuevo episodio cuando ambos se encontraron en Nueva York en medio de la visita del presidente Argentina en ocasión de la 79° Asamblea General de las Naciones Unidas que se celebra todos los años en la metrópoli estadounidense. El entusiasmo del CEO y fundador de Tesla, SpaceX y dueño de la red social X con el proceso político argentino y su apoyo público a la campaña de Donald Trump podrían hacer que sus convicciones lo lleven un paso más allá: invertir en línea con su entusiasmo.
En medio de las repercusiones que generó un nuevo encuentro de las dos figuras, el empresario aseguró que “mis empresas están buscando activamente formas de invertir y apoyar a Argentina”.
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Según miembros de la delegación argentina que está en Nueva York para la asamblea anual de la ONU, el interés del empresario por las condiciones económicas y regulatorias en el país fue patente. Durante el encuentro, explicaron, se abordaron distintos temas relacionados a la puesta en marcha de la Ley Bases y el proceso de estabilización de inflación que encara la administración de Milei. También se explicaron las últimas medidas monetarias adoptadas por el Ministerio de Economía y el Banco Central.
La presencia de los negocios de Musk en la Argentina creció inmediatamente con la llegada de Milei al Gobierno. Tan pronto como en febrero de este año, el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) publicó una serie de cambios regulatorios que permitieron a firmas como Starlink -el servicio de internet satelital de SpaceX– a operar en el país. La intención venía de antes, desde la publicación del DNU de desregulación en diciembre pasado que servicios como ese y los que prestan Amazon y OneWeb que se estaba allanando el camino para el ingreso de nuevos jugadores que no tenían el visto bueno del regulador local para ofrecer sus servicios.
Desde que el Enacom permitió la operación en el país SpaceX realizó iniciativas orientadas a vender los equipos necesarios para conectarse al sistema. Pero por ahora no se han visto inversiones de relevancia de parte de esa empresa.
La intención del Gobierno de que Musk invierta en la Argentina o atraiga inversiones al país no está oculta para nada. Desde hace meses, funcionarios de Milei se ilusionan con la posibilidad de una visita del magnate cuya principal empresa, Tesla, tiene al impulso eléctrico como principal apuesta para que sea la principal estrella de un evento sobre demografía, tecnología y crecimiento económico. Algo muy importante para un país que tiene en el litio una de sus grandes esperanzas mineras.
El principal anzuelo es que la Argentina es el segundo país del mundo en recursos y el cuarto en términos de reservas y producción de litio, elemento clave en fabricación de baterías, el “motor” de los vehículos eléctricos, donde los iones de litio, el metal más liviano de la naturaleza, se mueven entre ánodos y cátodos en los procesos de carga y descarga.
Sea por el litio, el cobre o algún otro recurso o etapa de la cadena de valor de la transición energética, la eventual inversión de un empresario y celebridad global como Elon Musk sería un espaldarazo a la credibilidad internacional del gobierno de Javier Milei, con quien mantiene semejanzas y diferencias.
No es la primera vez que Musk posa sus ojos en la región con interés por alternativa de inversión.
Hay, al menos un antecedente del líder de Tesla de querer invertir en América Latina, pero en el sector financiero. En su biografía de Musk, Walter Isaacson (quien también biografió a Leonardo da Vinci, Albert Einstein, Benjamin Franklin y Steve Jobs, entre otros) cuenta que en los 90, a Musk, por entonces pasante en Scotiabank, un banco canadiense, le atrajeron los “bonos Brady” latinoamericanos, que cotizaban a 20 centavos por cada dólar de valor nominal, averiguó para comprarlos y hacerle ganar a la entidad “miles de millones de dólares”, pero cuando se lo propuso a Peter Nicholson, su mentor y jefe (graduado en Física y fuerte en Matemáticas, como él) le rechazaron la idea. El banco tenía sus propios métodos y equipos de análisis.
Fuente Infobae