
Con el resultado de la elección en Corrientes, un viejo chiste vuelve para encarnizarse con La Libertad Avanza, partido al que bien podría llamarse «habitación de hotel»: cuarto, cómodo y calentito. En la noche del litoral, que pone un moño apretadísmo a su semana trágica, la princesita Karina Milei perdió bastante del encanto que le quedaba y se convirtió en Cenicienta.
La primera de ellas es la hegemonía del radicalismo de Gustavo Valdés, caudillo de un «feudo bueno» según el estándar variable de las derechas que logró perpetuarse en su hermano Juan Pablo.
A Cenicienta le llegó la medianoche, el vestido de princesa se hizo harapo plebeyo y el carruaje en el que viajaba ha devenido de nuevo en una calabaza.
Del Karinagate al fracaso de la doctrina Karina Milei
El cuadro del escrutinio deja a los Valdés como los grandes vencedores de la jornada, por haber salido primeros, pero más por haber superado el 50% de los votos y, con eso, haber quedado excedidos en los requisitos para evitar una segunda vuelta.
Preocupante para el oficialismo nacional es lo que obtuvo un mal candidato como el diputado ultraderechista Lisandro Almirón, quien no llegó ni a los dos dígitos y terminó en un ignominioso cuarto puesto.
Su postulación, de hecho, fue parte de la «doctrina Karina», consistente en armar ofertas propias, puras, en la mayoría de los distritos bajo la idea de que cualquier cosecha, aun una no ganadora, sería un avance en el camino de LLA para instalarse como partido nacional. Seguramente no pensó en cosechas tan magras como esta, que se ve venía venir, como contó Sebastián Iñurrieta en Letra P, pero que no deja de impactar al consumarse.
Lule Menem, el padre karinista de la derrota
El que no la vio venir fue Lule Menem, encargado, por orden del Politburó de Las Fuerzas del Cielo, de detonar las tratativas llevadas adelante para hacer en Corrientes con Valdés lo mismo que el Gobierno hizo en Chaco con Leandro Zdero: meter a LLA en una alianza en buena medida testimonial, con poco espacio en las listas, pero con un lugar en el podio de los festejos, y con la perspectiva de forjar una relación más estrecha y útil para las negociaciones que requerirá la Casa Rosada en el nuevo Congreso nacional a partir de diciembre.
Envalentonada con el triunfo de Manuel Adorni en la Ciudad de Buenos Aires, un 30% del 50% que concurrió a votar, resultado magnificado por un aparato de propaganda entonces aún eficaz, la hermana presidencial ordenó romper esas gestiones. Sin embargo, sobran los motivos para que quien pague los platos rotos en la interna desatada de LLA sea Lule Menem, no sólo por ser el mariscal de la derrota correntina, sino especialmente por constituir el eje, junto a la secretaria general de la Presidencia, del temible Karinagate, el escándalo de las coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) que dará de qué hablar esta semana.
Al final, parece que tenía razón Santiago Caputo en su argumento de que sólo valía la pena jugar con marca propia en los distritos donde había posibilidades concretas de ganar. Lo de Corrientes, como lo ocurrido en otras provincias, no ha sido más que pérdida para la extrema derecha gobernante.
La cuestión es si el asesor podrá sacar partido de ese acierto en medio de tanta intriga palaciega. ¿Es dable esperar que caiga en desgracia el alfil de El Jefe, que la propia Karina no pueda tener del todo claro qué será de su futuro y que su enemigo íntimo emerja como vencedor y figura aun más dominante del oficialismo?
Da para dudar.
Karina Milei, bajo un impensable baño de humildad
Javier y Karina Milei ya corrieron en Lomas de Zamora y la secretaria general también debió hacerlo en Corrientes, prueba de que las cosas allí no venían bien para su candidato y de que el repudio callejero no es monopolio de distritos peronistas. El Karinagate es radiactivo en combinación con la motosierra, en especial cuando el presunto robo y el ajuste se aplican sobre los mismos y los más débiles.
Hasta ayer nomás, Karina M. era la estrella de la fiesta ultra y el Presidente la ponderaba por haber conformado LLA como partido nacional en los 24 distritos del país en tiempo récord.
«Hay que pensar que hay gente que ha estado durante años tratando de hacer el partido de una provincia y no lo logró», dijo hace algo más de un mes en Radio Mitre. «No quiero ser grosero, pero, como le dicen la pastelera… La pastelera les llenó de crema…», añadió ese hombre que no tiene remedio.
Los hachazos se suceden y destrozan el pedestal de Karina Milei. Si ya la fragilizaban el escándalo y la posibilidad de que Diego Spagnuolo devenga una suerte de hombre bomba dispuesto a señalar responsabilidades superiores para zafar como arrepentido, la evidencia de su fracaso como armadora empeora su situación.
No se trata sólo de haber flirteado con Valdés y haber defeccionado. También, de haber elegido como candidato a un hombre como Almirón, un tipo colorido que viene de agarrarse a trompadas con Oscar Zago en la cámara sde Diputados para terminar ofreciéndose a darse «un pico» en aras del interés paleolibertario. Si eso fuera lo peor…
Karina Milei, de la mala estrategia a un peor candidato
El periodista de La Nación + Francisco Olivera viene de contar que una ley vigente otorga a la Secretaría General de la Presidencia la facultad de disponer discrecionalmente de toda la mercadería retenida por la Aduana. La curiosidad, añadió, es que Karina Milei dona todos esos elementos, entre ellos millares de electrodomésticos, a la fundación correntina Gea-Madre Tierra, Mitología Griega, cuyas autoridades son familiares cercanos de Almirón.
El diputado se indignó. «Esto es una operación política», repitió el sonsonete polivalente de las últimas semanas libertarias. «Se ha construido una mentira para vincularme con una fundación de la que no formo parte. Tener un familiar en una asociación no es delito. Si los bienes llegaron a la gente, ¿cuál es el problema?», añadió.
A Almirón no le alcanzó con lookearse y posar como Milei.
Fuente Letra P