
Brasil, un espejo roto
Lula da Silva, quien siguió de cerca los entretelones de la jornada y asesoró sobre el modo de encarar una campaña política y jurídica internacional, pasó 580 días preso hasta que el Supremo Tribunal Federal (STF), la corte suprema brasileña, cayó en la cuenta de que la condena dictada por Sergio Moro en Curitiba –estado de Paraná– y confirmada por el Tribunal Regional Federal de la 4ª Región –TRF4, con sede en Porto Alegre– había supuesto una violación de garantías procesales y anulara todos los procesos en su contra.
El STF entendió, al final, que Moro no había sido el juez natural del caso, ni tampoco el TRF4. La supuesta entrega de un tríplex en Guarujá por parte de un grupo empresarial en concepto de soborno debió ventilarse en el estado de San Pablo.
Por otro lado, resultó decisiva en el giro del caso la difusión de chats entre el magistrado y los fiscales que probaron incorrecciones y parcialidad. El breve paso de Moro por el Ministerio de Justicia de Jair Bolsonaro también dio credibilidad a las denuncias de sesgo político. Interesante digresión: el expresidente amigo de Javier Milei está ahora inhabilitado hasta 2030 por la Justicia electoral por haber atentado contra el orden constitucional para no entregar el poder en enero 2023…
Lula da Silva, livre y de regreso al poder
A partir de 2021, cuando había cambiado su relación de fuerzas interna y cuando había pasado buena parte de la rabia anticorrupción de los medios y la opinión pública, el SFT cambió radicalmente su postura. En rigor, no declaró inocente al líder de la izquierda, sino que anuló las causas por vicios formales, lo que abrió la puerta a su rehabilitación y triunfo en los comicios de octubre-noviembre de 2022. ¿Podría eso anticipar el futuro de CFK?
Tal como están dadas las cosas en nuestro país, parece muy dudoso. Un cambio de orientación en la Corte Suprema, suficiente para reparar en los argumentos de quienes defienden a Cristina, sólo sería posible a través del desembarco de dos jueces amigables a ella para cubrir las vacantes o de algo todavía de mayor escala en caso de una supuesta ampliación del cuerpo. Por lo menos, difícil.
«Cuando determinados personajes caminan libres por la calle, estar presa es un certificado de dignidad», reivindicó CFK lo inevitable.
Las quejas sin destino de CFK
«Si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar», cantaba este lunes por la noche la militancia en torno a la sede del PJ; igual que los petistas y metalúrgicos que poco después lloraron al ver a Lula da Silva marchar a la cárcel.
Los anticipos de resistencia, paros y movilizaciones son palabras. Pueden tener algún reflejo inmediato, pero cabe recordar que la expresidenta casi perdió la vida en un atentado el 1 de septiembre de 2022 y, en los hechos, no pasó nada.
CFK siempre de denunció el sesgo selectivo del fuero federal del Poder Judicial, en el que sólo avanzan las causas contra peronistas. Eso es cierto, pero no convierte a los acusados en inocentes.
También se quejó de la aparente filiación política de varios de los magistrados que intervinieron en «Vialidad», las reuniones de algunos con el entonces presidente Mauricio Macri y hasta el viaje de otro a Lago Escondido con todos los gastos pagos por parte del Grupo Clarín.
«Los mentores de esta sentencia son esos, lo publicaron ellos y lo dijeron ellos (…). La bala que no salió y el fallo que sí saldrá», apuntó al multimedios. «Soy una fusilada que vive«, se definió, en referencia a la masacre de José León Suárez de 1956.
Más allá de sus quejas, la exmandataria siempre se mantuvo a derecho. ¿Quién iría más lejos que ella misma?
En el peronismo abundan las quejas por la presunta parcialidad del proceso y, de modo más desesperado, por el hecho de que la Corte rompa la regla no escrita de no interferir en medio de un proceso electoral.
Sobre lo primero, no hay espacio para desconocer una sentencia firme tras su paso por dos instancias y, finalmente, por el máximo tribunal. Guste o no, este es el Poder Judicial que hay y acatarlo es la condición de una convivencia civilizada. Sin embargo, desde el punto de vista de la paz social, es una bendición que los nombramientos dispuestos por decreto por Milei hayan caído. ¿Hacia qué escenarios nos dirigiríamos si hubiesen votado Manuel García-Mansilla y Ariel Lijo?
Sobre lo segundo, en tanto, no parece haber condiciones para rechazar un punto final a una causa que en noviembre cumpliría 17 años de trámites.
La realidad es la única verdad.
Fuente Letra P