
Por Claudio Altamirano, documentalista, educador
Coordinador del Programa Educacion y Memoria CABA (2008-2019)
Durante la toma de posesión de Donald Trump, Elon Musk hizo un gesto interpretado como un «saludo nazi», lo que generó indignación global entre defensores de la democracia, la libertad y los derechos humanos. Este episodio, más que anecdótico, simboliza el ascenso del fascismo 2.0, una amenaza que infiltra las estructuras del poder global y pone en peligro los cimientos de la civilización.
El gesto de Musk desató fuertes reacciones, especialmente en Europa donde. activistas del Center for Political Beauty (Alemania) y Led by Donkeys (Reino Unido) protestaron frente a la fábrica de Tesla en Alemania, proyectando el mensaje «Heil Tesla» junto al logotipo de la empresa. Philipp Ruch, líder del Center for Political Beauty, comparó este gesto con los saludos neonazis estadounidenses.
Más allá de lo político, la relación entre Musk y Trump refleja cómo las élites tecnológicas y financieras se fortalecen mutuamente. La victoria de Trump impulsó la fortuna de Musk, consolidando su influencia global y mostrando cómo los grandes magnates tecnológicos influyen en la política, creando un ciclo de poder económico y mediático que trasciende las fronteras nacionales.
Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg, con una fortuna combinada de 896.700 millones de dólares, concentran un poder económico y mediático que eclipsa al de muchos países. Su capacidad para moldear narrativas globales e impulsar agendas antidemocráticas los posiciona como actores más poderosos que numerosos gobiernos, cuyas decisiones pueden moldear el futuro de las democracias.
El ascenso de Javier Milei, en este contexto, no es una anomalía, sino una consecuencia previsible de la polarización política y social. Aunque no pertenece a la élite multimillonaria que concentra el poder global, ha decidido subordinarse a sus intereses, adoptando una retórica violenta y xenófoba que criminaliza a la oposición. Sus declaraciones, cargadas de odio, como su amenaza de – «ir a buscar al último rincón» a los «zurdos hijos de puta» – evocan el terrorismo de Estado y las prácticas represivas del pasado que justificaron la tortura, el exterminio y el robo de bebes.
En el Foro Económico Mundial de Davos, Milei no promovió oportunidades económicas, sino que emprendió una cruzada cultural reaccionaria. Su discurso, plagado de homofobia, antifeminismo y macartismo, atacó a colectivos vulnerables y despreció la educación pública, calificándola de ‘derecho artificial’, un producto de una supuesta “subversión cultural”. Este ataque ignora los principios consagrados en la Ley 1.420 y promovidos por Sarmiento, poniendo en riesgo uno de los pilares de inclusión y movilidad social.
De especial gravedad fue su intento de asociar la ‘ideología de género’ con el abuso infantil, una falacia desmentida por organizaciones como la Asociación Estadounidense de Psicología y UNICEF, que han demostrado que la mayoría de los abusos son perpetrados por varones heterosexuales. Esta manipulación fomenta el odio hacia la comunidad LGBTI+, avivando el enfrentamiento y la intolerancia.
En Davos, Milei descalificó a las personas trans, a las parejas gay que adoptan hijos, a las mujeres, a quienes acusó de buscar privilegios sobre los hombres, y a los migrantes, a quienes calificó como «una horda que abusa, viola o mata». Esta arenga salvajemente ideológica, impulsada por movimientos conservadores internacionales, no solo vulnera los derechos de estos colectivos, sino que también busca sembrar el miedo y consolidar una narrativa autoritaria.
El eje de su intervención fue una amalgama de homofobia, antifeminismo y macartismo. Declaraciones como «la ideología woke es un virus mental» o que el socialismo es una «infección que debe extirparse» reflejan una postura extremista e intolerante. Oponerse a estos discursos no es solo un acto de resistencia política, sino una obligación moral
El peligro del fascismo 2.0, -el fascismo del siglo XXI-, no se limita a su retórica incendiaria. Su verdadero riesgo radica en su capacidad para penetrar en sectores más vulnerables de la sociedad, amplificando la polarización y el resentimiento. Esta violencia verbal, socava los principios democráticos, desgarra el tejido social, erosiona la convivencia pacífica y deshumaniza a aquellos que se convierten en blanco de su ataque.
La concentración del poder mediático y tecnológico en manos de figuras como Musk, Trump y Milei permite manipular información, difundir desinformación y profundizar divisiones sociales, erosionando las bases de la democracia liberal. Este dominio mediático no solo persigue fines económicos, sino que refuerza una agenda consciente de polarización y desestabilización global.
Frente a este desafío, es urgente recuperar espacios informativos independientes que representen las voces de los pueblos sin los filtros impuestos por las grandes corporaciones. La resistencia no puede ser individual ni desarticulada. Debe ser colectiva, organizada y consciente de la magnitud del peligro que representa este fascismo 2.0.
El campo de batalla no es solo ideológico; también es informativo y social. La educación, como herramienta de resistencia, se convierte en el espacio primordial donde se debe cultivar una ciudadanía crítica capaz de identificar, cuestionar y confrontar los discursos autoritarios
La defensa de la democracia, los derechos humanos y la justicia social no admite dilaciones. Es imperativo que cada ciudadano asuma un rol activo en esta lucha, recuperando los valores que garantizan una sociedad más justa e igualitaria. El momento de actuar es ahora, antes de que las democracias se vean completamente consumidas por la marea oscura del fascismo 2.0..
Por Claudio Altamirano, documentalista, educador
Coordinador del Programa Educacion y Memoria CABA (2008-2019)
Claudio, espero que los dirigentes puedan estar a la altura de la situación excelentemente planteatada por vos y que esta frase se haga realidad: «La resistencia no puede ser individual ni desarticulada. Debe ser colectiva, organizada y consciente de la magnitud del peligro que representa este fascismo 2.0»
Como el autor dice es momento de una resistencia activa organizada y
muy crítica. Tiempo de actuar en defensa de la democracia. Cómo educadora estoy plenamente de acuerdo en que se deben formar ciudadanos críticos que la defiendan contra el peligro de un grupo de fascistas redivivos
Claudio querido,
Hemos hablado del tema y, como te comenté, esto es la “Nueva Era Imperialista”. El polvo se esconde bajo la alfombra. Como residente de los Estados Unidos, como mujer, judía y terapeuta clínica que trabaja a nivel multicultural con niños migrantes que llegan al país sin acompañantes, justamente un país creado y construido por migrantes, siento una sensación de shock inconcebible. No puedo describirlo de otra manera: helada y con gran tristeza.
Las incongruencias y las uniones de poder internacional son “la” verdadera amenaza. Intentar justificar un saludo nazi es inexcusable; hasta diría que es ilícito. Las incongruencias son GRAVES. Retrocedemos en el tiempo y, una vez más, vemos que “la historia nos enseña que, finalmente, no aprendemos nada”.
Un abrazo amigo mío,
Betina Sirkin.