

Referentes políticos de Santa Fe y Rosario dijeron que las mediciones del Indec que señalan una baja en la indigencia y la pobreza contrastan fuerte con las exigencias que tanto la provincia como la ciudad afrontan para contener la emergencia alimentaria y los requerimientos de sectores vulnerables como tercera edad.
El gobierno de Maxi Pullaro se diferenció de las referencias que indican una disminución en la pobreza de Rosario con respecto al año anterior y que se sitúa en 28,6% de la población. El Indec también estableció la semana pasada que la indigencia, que es la incapacidad de sostener la canasta alimentaria básica, bajó en el aglomerado Gran Rosario al 6.9% frente al 18,1% del año pasado.
La ministra de Igualdad y Desarrollo Humano, Victoria Tejeda, sostuvo que los números del Indec están mal construidos y no son correctos. «Nosotros no vemos ni sentimos lo mismo. Vemos cómo se ha incrementado la demanda de personas mayores, no solamente en los estamentos del ministerio, particularmente en la ciudad de Santa Fe y en Rosario también, sino también desde los gobiernos locales y de las distintas instituciones que hoy tienen convenios con el gobierno provincial. Vemos localidades que nunca habían solicitado acompañamiento sobre seguridad alimentaria y hoy lo hacen», le dijo a la periodista Ivana Fux.
Tejeda indicó que al asumir la gestión de Pullaro en diciembre de 2023 la inversión en seguridad alimentaria solo del Ministerio de Desarrollo Humano era de mil millones de pesos. «Hoy estamos en 3700 millones mensuales», consignó Tejeda. Dijo también que entonces los centros de jubilados pedían acompañamiento para talleres o para hacer viajes. «Hoy te piden poder hacer una copa de leche, dar una comida o algún módulo alimentario. Estos son índices de que la realidad es otra», estableció.
Una percepción idéntica tuvo el secretario de Desarrollo Humano y Hábitat de Rosario Nicolás Gianelloni. «De un año a otro ha crecido un 30 por ciento la demanda de los servicios sociales en la ciudad. Esto lo puede confirmar la gente que trabaja en salud pública o quiénes tienen un comedor comunitario. La forma de medir el pulso social es más compleja que hacerlo de acuerdo a los ingresos», dijo el funcionario del gabinete de Pablo Javkin.
Un panorama cualitativo y alejado de los números duros lo reseñó a LPO Horacio Crespo, que trabaja en territorios vulnerables de Rosario, como director provincial de Soportes de Gestión en la cartera de Desarrollo Humano. Crespo es parte de los equipos del Plan Nueva Oportunidad que trabaja en entornos barriales críticos con 21 mil jóvenes en zonas donde es notorio, dice, que se agravaron los problemas alimentarios.

«Necesitamos salirnos de lo cuantitativo, registrar otros aspectos, que son emocionales y afectivos. No es que la precariedad empezó ahora. Pero ahora se profundiza y lo que vemos es la impotencia de los cuerpos para actuar y para vivir, tanto a nivel biológico como comunitario», dijo.
Crespo indicó que en el Plan Nueva Oportunidad se hizo una diagnóstico basado en indagaciones personales. «En un primer muestreo de 2 mil entrevistas al preguntar qué problemas los afectaban registramos respuestas como la tristeza, la depresión, la afectación de la droga, la impotencia. En segmentos de 12 a 18 años, y de 18 a 25, la palabra principal que se repitió es falta. Los consumos problemáticos era uno de los ejes. Pero el principal es la depresión y la tristeza. La gente no puede hacer nada individualmente. Vive como fracaso individual un problema que es un déficit de construcción social», dijo.
El especialista, médico generalista que trabaja hace 30 años en instituciones estatales, indica que es muy manifiesta la dificultad de acceso a alimentos que, remarca, no siempre es a comida. «Los sectores menos privilegiados no acceden a alimentos que tienen propiedades nutricionales. Pese a eso sí hay hambre. Hay hambre de alimento y de cuidado. De cuidados parentales y comunitarios. Vemos cuadros de malnutrición en la forma en que esos cuerpos actúan. Registramos a jóvenes que están participando en actividades deportivas y no tienen los nutrientes para afrontar la actividad física. O lo notamos en la formación muscular deficiente que no permite sobrellevar las actividades. Entre los 12 y los 35 años detectamos las necesidades de personas que llegan a nosotros y tienen a la tarde su primera comida del día. Nuestras instituciones no son comedores pero para funcionar tienen que ofrecer algo de alimento».
Crespo dice que algo positivo que tuvo la notoria baja de violencia altamente lesiva en Rosario, donde los homicidios en un año cayeron el 65%, es la posibilidad estatal de retomar actividades comunitarias en estos barrios.
En la ciudad de Santa Fe, en tanto, un relevamiento de la red nacional Puentes con la Universidad Tecnológica Nacional sobre personas viviendo en situación de calle registró un aumento del 12,5 por ciento de gente en esas condiciones. «Es una realidad tangible que se advierte a simple vista. Se trata de una población heterogénea pero la mayor concentración, la mitad, son varones de entre 19 y 35 años», dijo Facundo Kaufmann, participante del muestreo. Son 700 personas las relevadas como viviendo en la calle a las que se suman 40 menores de edad que encuestados dijeron tienen a cargo.
Fuente LPO
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