
Maximiliano Pullaro dio más que un paso para ser el líder de una reforma constitucional en Santa Fe luego de 63 años, pero también recibió un par de luces de alerta de cara a su futuro como mandamás del oficialismo. Ausentismo único y un magro andar en Rosario plantean ajustes que Unidos para Cambiar Santa Fe se debe.
El cálculo previo de Maximiliano Pullaro
El gobernador consolidó los números que tenía en la cabeza, acarició los 500 mil votos y superó los 30 convencionales que estimó. Seguramente no va tener problemas de congeniar con dos voluntades para finalmente reformar la Constitución y disponer de una reelección como ninguno de sus antecesores logró.
No es poco, es un montón. Sin embargo, en los salones de Puerto Norte, el búnker oficialista, no había euforia. Primaba la cautela. Quizás por el plan de no campaña que propusieron los cráneos de la estrategia, pero el lugar se soltó a medias sólo cuando el gobernador subió al escenario.
El pedido del gobernador a Unidos para Cambiar Santa Fe
Pullaro pidió “humildad”, como un sinónimo de inteligencia para comprender que nadie puede pasarse tres pueblos dentro de Unidos. Sonó a reflexión interna, a pedido de que nadie abuse de la mayoría de 33.
Porque no solo hay luces verdes en el semáforo de Unidos: también parpadea el amarillo. No hay rojos por el momento, pero el oficialismo recibió un par de alertas. La baja participación, la peor con ganas desde 1983, es una consecuencia de la apatía de la que Letra P dio cuenta hace siete días, pero también del objetivo del oficialismo de bajarle el tono a la elección.
La estrategia de no campaña incidió también en que sólo haya ido a votar el 55% del padrón. Con un porcentaje así se corre el riesgo de que la elección quede reducida a votos de núcleo duro e ideologizados y a la capacidad de despliegue territorial, más -sobre todo– caja y aparato.
Con ese número, Pullaro tiene controlada a la política. El problema es el voto blando que queda afuera, el que tiene que valorar que el gobernador cuida los intereses de la provincia, el interior que tiene que valorar el desarrollo productivo que propone el mandatario, los rosarinos que tienen que defender la considerable y destacable baja de homicidios en la ciudad, el votante que se anima a ausentarse de unas PASO.
La elección demostró otra vez que, en política, imagen no es sinónimo de intención de voto. Pullaro es el gobernador con mejor imagen, según la consultora CB, por arriba de los 60 puntos, pero este domingo cosechó 34 puntos, casi la mitad.
En el oficialismo aseguran que se la veían venir y que los objetivos están cumplidos, pero, en un escenario de tanta oferta electoral, fragmentación, más la dispersión del voto que supone siempre una elección de medio término, no se podía esperar otra cosa. Se impone la pregunta: si la estrategia hubiera sido la de una campaña tradicional, ¿Unidos hubiese rankeado peor?
Rosario, algo pasa ahí
El otro punto que no deja de asombrar y que es parte central del análisis dominguero en Unidos es la performance en Rosario. Pullaro sacó ocho puntos menos (26%) que su media provincial en la ciudad. Este gobierno provincial bajó de 241 a 90 la cantidad de homicidios en un año y desplegó y anunció una batería de obra pública estratosférica en la ciudad más poblada de la provincia.
¿Hay castigo para Pullaro? ¿Hay castigo para Pablo Javkin? ¿O hay desgaste de un oficialismo que gobierna con matices desde hace más de tres décadas? No deja de sorprender el resultado rosarino después del Plan Recuperar que emprendieron los gobiernos provincial y municipal.
Con todo, la sangría de Pullaro en la comparativa de su media no alcanza sólo a Rosario. El gobernador sacó menos de 34,61 puntos (su total provincial) en las cinco localidades más habitadas de la provincia, en los centros urbanos. En Rosario, pero también en Santa Fe (28), Rafaela (31), Villa Gobernador Gálvez (26) y Reconquista (30).
Evidentemente, Pullaro solidificó su triunfo en el interior de la provincia, donde quizás no se le valora su política en seguridad, pero sí su antiperonismo o su convivencia pacífica con La Libertad Avanza (LLA). O donde talla fuerte el poder del aparato y el control de los senadores patrones del territorio.
En localidades más pobladas, según el análisis de un dirigente oficialista, imperan el juego de sociedades muy fragmentadas y escenarios más complejos. Con todo eso en la mochila, con tarea para el hogar y un par de estantes por enderezar, Pullaro está ahí nomás del objetivo: a nada de los 35 y a nada de tener un horizonte más claro.
Fuente Letra P