Un Vía Crucis en Villa Palito, partido de La Matanza, tuvo que ser suspendido abruptamente por un tiroteo entre bandas narco. Los videos de varios de los asistentes registraron el momento en que la celebración del Viernes Santo fue silenciada por las sirenas de la policía y, en segundos, todos corrieron para resguardarse.
Los tiros llegaron hasta la zona debido a una persecución policial que obligó a la gente a huir aterrorizada y temiendo por su vida. Según el diario local Primer Plano Online, el hecho empezó entre las calles Derqui y Padre Bachi, donde estaba estacionado un Nissan modelo Versa blanco.
La policía había dado la voz de alto para pedirles la documentación a los tres ocupantes porque sospechaban que el auto era robado. Los maleantes aceleraron y comenzó la persecución que terminó en la intersección de Bachi y Chile, donde ocurría la procesión.
Los sospechosos habrían disparado, lo que llevó a los agentes a efectuar “disparos con escopeta de postas de estruendo” para asustarlos. Sin embargo, el conductor y el copiloto lograron escapar, y solo fue detenido el ocupante del asiento trasero, identificado como Andrés Freddy Villarroel Yañez, de 49 años y nacionalidad chilena.
Las autoridades confirmaron durante la investigación que el auto tenía pedido de captura y que había sido reportado robado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El detenido fue acusado de encubrimiento y resistencia a la autoridad y quedó a disposición del fiscal Gastón Bianchi, encargado de la Fiscalía N.º 3 de La Matanza.
El obispado de San Justo emitió un comunicado en el que reclamó seguridad y repudió este incidente y otro similar que ocurrió el Domingo de Ramos en la Tablada, cuando una procesión tuvo que ser abortada por un tiroteo durante la mañana.
En un fuerte reclamo contra el gobierno de Axel Kicillof, la Iglesia repudió la poca atención que se le está dando a la inseguridad en la Provincia de Buenos Aires: “Las acciones esporádicas no alcanzan. Cuando se revienta un búnker, aparecen cinco nuevos con más fuerza y protección. Cuando se desarma una banda, el aprendizaje del robo se diseminó por muchos otros lugares«.
«No se trata de una decisión de seguridad que se limite solamente a agregar más efectivos policiales, se necesita una decisión política abarcativa, fuerte y sostenida en el tiempo donde las acciones no se dilaten por una burocracia social, policial y judicial empastada”, denunció el monseñor Eduardo H. García.
Y finalizó con una advertencia por la creciente demanda de linchamientos: “¿Hasta cuándo? Si no hay respuestas que abran horizontes, corremos el riesgo de que la comunidad, que los familiares de todos aquellos que buscan una vida buena y digna decidan hacer justicia por sus propias manos, y que el cansancio de los buenos lleve a una guerra entre hermanos, una guerra entre pobres”.
Fuente La derecha diario
